Te amo, te doy… cualidades de una sociedad sana
Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicoterapeuta
Hace más de una década escuché un amigo ministro decir: “Cuando todo está de lujo; y no hay problemas en casa; ni con la pareja e hijos; el trabajo está de maravilla, tienes buenas entradas económicas y además de tas uno que otro lujo; hablar de la gracia y el amor de Dios es fácil… Pero qué cuando nada está bien, todo es un caos, la vida es durísima, estás a punto de divorciarte, tus hijos no quieren ni verte, en el trabajo estás pendiendo de un hilo para que te corran, no tienes dinero, parece que no tienes amor, en ese momento no se puede hablar ni del amor ni de la gracia de Dios, se tiene que vivir de ambos para seguir caminando”.
Todavía recuerdo esas palabras como si fueran hoy, y parece que son necesarias para una sociedad como la de Reynosa, porque tenemos una vida dificilísima; nos estamos divorciando de Dios, del gobierno, de la fe hasta en nosotros; nuestros hijos no nos escuchan, ni nos ven, es más se rebelan contra nosotros y se meten a trabajar al narcotráfico porque “ahí si les dan oportunidades y les pagan bien”; el presidente Enrique Peña Nieto dice que con ocho pesos de aumento al salario mínimo vive bien una familia, claro, no dicen que ellos no se aumentaron esa cantidad pues “el aumento es proporcional a los sueldos y salarios (?)”; añádele a esto que las calles en la ciudad siguen igual o peor que antes, que la prensa calla por miedo a las represalias del gobierno que habla de “la libre expresión”; y la gente con negocios seguimos perdiendo dinero porque la mafia asusta tanto que los clientes dejan de salir…
En ese oscuro lugar, tan lúgubre, tan telarañoso, lleno de penumbra, gritos de auxilio, frío en la sangre, en ese lugar se necesita “el amor y la gracia”; no diré que de Dios, por respeto a los lectores ateos, sino del pueblo, del cuidado y respeto de nuestro entorno; de la basura en su lugar; de “en un momento me muevo”, mientras dejo mi auto en doble fila o en un lugar reservado para personas con otras necesidades; de dejar aquellos vicios que nos hacen decir: “échame la mano, y te doy para la soda”; es imperativo regresar al amor de la gente, a ese amor racional, y sí, interesado en cambiar el entorno, empezando por mi ejemplo.
Te amo y por eso doy de mí. En realidad, si hacemos eso, daremos vida a la sociedad; que sí, ha sido golpeada, pero que se ha sabido lavar las heridas; que muchas veces se dobla, pero no se rompe; en una sociedad dispuesta a ver el cambio porque ha puesto su sudor y manos para que éste exista, y no sólo espera que “papá” gobierno haga lo propio; una sociedad que no quiere venganza, sino justicia, una sociedad que da vida, amor y gracia, una sociedad que ama y por eso se da.
Por lo demás, te amo, camina conmigo, será un camino lleno de dar y recibir.