Un país sumido en la corrupción, la violencia y la pobreza es el legado que el Mandatario Juan Orlando Hernández y el Partido Nacional heredan hoy a la izquierdista Xiomara Castro, la primera Presidenta de Honduras.
Los 12 años de Gobierno de la formación oficialista saliente y los 8 de Hernández entregan a una nación con más de 73 por ciento de las familias en situación de pobreza, según cifras del Instituto Nacional de Estadística, una tasa de desempleo por arriba de 10 por ciento y una deuda pública que rebasa 60 por ciento del PIB.
El país se encuentra además en una profunda crisis de corrupción: el Índice de la Percepción de la Corrupción que publica la organización Transparencia Internacional dio a la nación centroamericana 23 puntos, colocándola hasta la posición 157 de 180 países rankeados.
Todo ello, aunado a una violencia organizada por parte de pandillas y bandas del narcotráfico, provocó que Honduras se convirtiera en los últimos años en el mayor expulsor de migrantes hacia el norte del continente.
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“Castro (del partido Libertad y Refundación, Libre) asume un país con muchas complicaciones que difícilmente va a poder reparar en el corto plazo”, consideró en entrevista Ismael Zepeda, economista del Foro Social de Deuda Externa y Desarrollo Social de Honduras (Fosdeh).
“Va a tener que demostrar cierta capacidad de gerencia pública para ir sentando las bases de un Gobierno eficiente”.
La penetración del narcotráfico en las altas esferas del poder también ha golpeado fuertemente al país. El mismo hermano del Presidente, Juan Antonio “Tony” Hernández, enfrenta cadena perpetua en EU por cargos de narcotráfico, y el propio Mandatario saliente ha sido señalado de recibir sobornos de las bandas criminales.
La corrupción sistemática que ha socavado la institucionalidad desde el mismo Ejecutivo y los órganos encargados de la legalidad propiciaron la reelección de Hernández en 2017, pese a que la Constitución del país prohíbe la reelección, lo que desencadenó una convulsión social con multitudinarias protestas que dejaron al menos 33 muertos.
Bajo ese panorama, miles de hondureños lideraron las llamadas caravanas migrantes que generaron una crisis en la frontera entre México y EU entre 2018 y 2019, y que han sido retomadas en los últimos meses en medio de la pandemia de Covid-19.
Así, Castro, de 62 años y esposa del depuesto Presidente Manuel Zelaya, tendrá la tarea de “devolver la esperanza y la dignidad” a los hondureños, una tarea que “no será nada fácil” y para lo cual, indicó Zepeda, la población tendrá que tener mucha paciencia.
“Los ánimos de la población en general son de recuperar la dignidad, la esperanza (…) al menos retomar lo que habíamos perdido”, señaló el economista.
Zepeda resaltó que después de los 12 años de Gobierno del Partido Nacional y el golpe de Estado de 2009 que desestabilizó al país, Honduras inicia hoy “una nueva era”, con el acompañamiento, además, de EU, el cual, dijo, se había mostrado distante en los últimos años.
POR REFORMA
