Un subteniente de la Escuela Paracaidista de Alcantarilla, en Murcia, se pasó dos años acosando sexualmente a una mujer soldado y masturbándose delante de ella en el trabajo, al menos, son las acusaciones que presentó la mujer.

Las declaraciones de la mujer ante un juzgado de Instrucción son muy clarificadoras: ¿Cada cuánto ocurría? Todos los días que se quedaban solos, “más de 15 veces al mes, él se masturbaba delante de la declarante diciéndole cosas obscenas.

Nunca ha llegado a eyacular, le decía que se iba al vestuario, a la ducha y que iba a pensar en ella”.

“Continuamente se masturba delante de ella y le lanza improperios tales como: ‘Tú no te vas a ir a hacer deporte, tú lo que necesitas es esto’ a la vez que se masturbaba delante de ella”, se lee en la denuncia.

Otro pasaje: “Mira cómo me pones”, le decía él.Y continuaba, mientras se sacaba el pene en el despacho: “Te gustaría comértela. Me gustaría correrme en tu boca”.  Cada vez que se quedaban solos, se empezaba a tocar en el despacho, se sacaba su miembro y empezaba a insinuarse.

Ella, su subordinada, le pedía siempre que la dejara en paz. Denunció múltiples veces su situación a sus superiores, pero no le dieron crédito hasta que ella se atrevió un día y le tomó una foto explícita que demostraba la situación.

Finalmente, denunció el caso en una comisaría de la Policía Nacional, y comenzó un proceso judicial por acoso sexual que ahora está pendiente de juicio.  En el Juzgado Togado Militar Territorial número 14 de Cartagena le impusieron al veterano subteniente una orden de alejamiento, porque ella temía por su integridad física.

El caso le ha costado a la denunciante el despido del cuerpo militar junto con una depresión acompañada de ansiedad y diversos trastornos físicos.  Después de ocho años como militar profesional, ahora no sabe cuál va a ser su futuro, porque quizá la declaren no apta para el servicio.

En las declaraciones, la acusadora relata que el acoso comenzó en 2014, cuando él era brigada, y que después ascendió a subteniente y pasó de ser un compañero a ser su jefe directo.

Trabajaban en una oficina con unas pocas personas más, pero él buscaba situaciones en las que se quedaran solos para acosarla, según el sumario.  Los viernes, aunque la hora de salida eran las dos, le pedía que se esperara hasta las tres y media.

Continuamente le ofrecía ir a una casa que él tenía en el campo para mantener relaciones sexuales, y reaccionaba con muy mala cara (“cara de sádico”, declaró ella) cada vez que la mujer mostraba su rechazo.  Hasta que no puso la denuncia, en 2016, no la empezaron a tomar en serio. Con información de El Mundo.