En la Opinión de David Brondo

Lo peor no es la extinción de los fondos y fideicomisos. Lo grave es haberlo hecho sin un diagnóstico de la realidad de cada uno de ellos.  Parece increíble que ninguno de los 109 fideicomisos tuviera una marcha normal, transparente, regida por la eficiencia.

Se trata de un hachazo a esos instrumentos de apoyo a la ciencia, a la investigación, a la cultura, al deporte, a la defensa de los derechos humanos y para enfrentar desastres naturales. La decisión no parte de un análisis de la Secretaría de Hacienda y de la Función Pública, ni de ninguna otra instancia federal sobre la eficacia de esos mecanismos. Se gesta en una decisión presidencial, unipersonal. Punto.

De hecho, no hay ni siquiera claridad sobre el número exacto de fideicomisos y fondos, cuya desaparición ya fue aprobada en la Cámara de Diputados. La prensa, organismos especializados y cámaras legislativas han convenido en señalar un número: 109 instrumentos con un presupuesto, en conjunto, superior a los 68 mil millones de pesos.

¿Cuántos fideicomisos son realmente? ¿Cuántos miles de millones integran sus carteras? En abril pasado Erika Mendoza y Martin Vicanco señalaban en Nexos que, según la SHCP, en septiembre del 2019 había “cerca” de 355 fideicomisos y fondos análogos “en cuya panza se albergan cerca (otra vez la palabra) de 855 mil millones de pesos”.

No hay claridad en nada. Ni los diputados podrían decir en este momento cuántos fideicomisos serán extinguidos realmente y cuántos millones de pesos significan. No hay un diagnóstico ni un estudio de cada caso. A pesar de que se trata de instrumentos técnica y jurídicamente muy complejos, no se realizó un análisis. Simplemente se les dio el hacha y el machete a los carniceros para realizar un procedimiento quirúrgico.

No podemos ser ingenuos y pensar que todos los fideicomisos operaban en niveles de excelencia. Seguramente muchos funcionaban en total opacidad, sin reglas claras y en el más absoluto caos administrativo, como han sostenido el presidente López Obrador y los legisladores de Morena y sus aliados. Pero no todos ni la mayoría. De hecho, el coordinador de la fracción de Morena en la Cámara Baja, Mario Delgado, aseguró que algunos fideicomisos tienen un “desempeño impecable”. La corrupción, dijo, no es generalizada.

Se ha puesto la corrupción como pretexto para el hachazo, pero, cosa curiosa, no se investigan las irregularidades ni se persigue a los corruptos. Tampoco se señalan los fideicomisos inoperantes o en franca descomposición. Todos en el mismo costal.

Desde Palacio Nacional se ha señalado a la crisis sanitaria desatada por el Covid-19 como el detonante para la apropiación de recursos, pero no hay un mapa sobre los destinos de esos 68 o 69 mil millones de pesos, pero curiosamente no se plantean rutas de inversión. Se habla así, en general: recursos para enfrentar la pandemia.

Lo más grave es no saber a ciencia cierta a dónde irán a parar los recursos, ni como se van a manejar y administrar. Nadie en el gobierno ni en el Congreso de la Unión ha dicho hasta ahora esta boca es mía. Nada garantiza que no se afectarán proyectos ni que se entregarán a los sectores beneficiarios.

¿A dónde se canalizarán los recursos de los fideicomisos extinguidos? Es demasiado dinero. Algunos no tienen la menor duda: los recursos irán a la partida secreta del presidente, a nuevos apoyos populistas o a los proyectos del Tren Maya, el Nuevo Aeropuerto Felipe Ángeles y la Refinería Dos Bocas.

Probablemente así es. El presidente se ha empeñado en sacar adelante esas obras faraónicas así sean las únicas de su sexenio, y a fortalecer su populismo de dádivas. Pero todo es poco para la Cuarta Transformación. Quizá por ello grupos de Morena intentaron en la Cámara de Diputados aprobar de última hora un transitorio para facultar a la Secretaría de Salud disponer discrecionalmente de los 101 mil millones de pesos más del Fondo de Salud para el Bienestar. Dinero, más dinero.Por fortuna, la intentona no prosperó, pero dejó en claro las prioridades del nuevo régimen: el agandalle, la centralización, el manejo opaco de los recursos del erario y su desdén por la ciencia, la cultura, el deporte, el desarrollo.

Galerín de Letras

El Gobierno federal anunció que hará una primera inversión de 100 mil millones de pesos para una megacompra a nivel internacional de fármacos para el 2021. La adquisición se hará en total opacidad, sin concursos ni subastas, gracias a las reformas aprobadas por Morena y sus aliados como el PRI a la reforma a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, que le permite a la Federación realizar compras de medicinas e insumos médicos en el extranjero sin licitación.

Twitter: Dbrondo

¿A Dónde Van los Dineros de los Fideicomisos?